No nos habíamos recuperado de “Pastorela”, historia creada por Emilio Portes, cuando nos regala otra historia que nos lleva a aquel cine de antaño, nos lleva a las historias por demás simples, nos hace un repaso del cine de comedia, del cine de ficheras, del cine familiar, en fin…qué manera de contar con demasía una historia de cine cargada de valor sentimental, del que fue, y en lo que se convirtió nuestro panorama cinematográfico en la escena nacional.
La historia se desarrolla en Güepez un poblado donde la única sala de cine que existe lleva por nombre “Cine Mújica” y es una herencia dejada por Don Toribio a uno de sus dos hijos, en especifíco a Gumaro, y a Archimboldo el segundo hijo le hereda la casa, y es aquí en donde empieza la rivalidad de los personajes, por un lado salvar el cine del pueblo con sus joyas cinematográficas, con su funcionalidad de entretener y con la idea de seguir contando historias, y por otro lado Archimboldo el lado negativo, el lado de la destrucción valiéndose de bajezas, de corrupción y de ganar dinero con la competencia de la venta de películas pirata, así es, la piratería sobre protegida por el presidente municipal el buen Don Cuino exhibiendo así la corrupción y el pago por evento a la conveniencia de los intereses de particulares.
Así es, El Crimen del Cácaro Gumaro es una excelente película que nos lleva por los pasajes por los que ha tenido que atravesar el cine mexicano, la manera en que lo hemos golpeado, de cómo vemos dejar caer la inmensa industria del cine a través de la piratería, pero nos enseña algo muy bueno, algo que solo los mexicanos podemos tener, podemos hacer con estilo, con garra, con enjundia: reírnos de nosotros mismos, de cómo tratamos a la espectadores, al publico, desde el antiquísimo cine con una sola proyección hasta la más innovadora tecnología que nos lleva a desbancar lo que fue hasta hace poco el Cácaro, ahí esta el crimen, en la penitencia llevamos las películas, las salas de cine, en fin, así somos de extremistas.
La ironía base principal de esta película, la burla hacia los festivales, el cine de arte, el musical, los actores intensos, y las actricitas que nunca faltan en la historia del cine, lo llevan perfectamente manejado aquí no hay arquetipos, todos los personajes son reales, las historias son las que se siguen contando y realizando un festín cinematográfico sigo insistiendo.
Punto a parte merece el reconocimiento la línea de actores empezando por el comediante Andrés Bustamante qué manera de hacer a Don Cuino, su valor es inmenso en actuación y comedia, los buenos hermanos interpretados por Carlos Corona y Alejandro Calva nos recuerdan nuestra época dorada del cine, esa manera de vestir al estilo Pepe el Toro es genial, y que decir del homenaje en esta cinta de los que manejaron la industria en su tiempo un Alfonzo Zayas, Alberto Rojas el Caballo, Jorge Rivero, Chabelo en sus interpretaciones que son un referente también en el cine, Carmen Salinas un estrella, y bueno nuestra dama Ana de la Reguera también haciendo homenaje a nuestras actrices de antaño, su juego de pelucas, de vestidos, el buen Jesús Ochoa de actuación es genial, así genial.
Vestuario, fotografía, historia, todo tiene caray, todo.
El Crimen del Cácaro Gumaro, tiene que sobre salir, tiene que seguir en salas, tiene que ser un ejemplo de que los tiempos de las película mexicanas tienen que volver a las salas de cine, ya lo han hecho otras más y con esto queda claro que el cine mexicano tiene mucho que contar y mucho que exhibir.
Visita obligada querido lector.
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